Una piel limpia es una piel sana. Por eso es necesario tener unos hábitos de limpieza diarios para que luzca perfecta, bonita y saludable. Vamos a ver cómo hacerlo correctamente.
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- Nunca deberemos irnos a dormir con la cara sin limpiar. Es fundamental desmaquillarse antes de irse a dormir para eliminar todas las impurezas que hay en nuestro rostro y que hemos acumulado durante todo el día.
- Durante la noche aumenta la secreción de grasa en la piel por eso es igual de importante limpiarse el rostro por las mañanas. Esto dará luminosidad a nuestra cara y debe convertirse en un hábito. Mañana y noche.
- Si tenemos la piel limpia, los poros están abiertos y cualquier crema o tratamiento que apliquemos después tendrá efecto. Si nos damos la crema sobre los poros taponados y sucios, de nada servirá, porque no podrá ser absorbida y por tanto no llegará a las capas de la piel donde debe hacer su efecto.
- El limpiador que usemos debe ser adecuado a nuestras necesidades, que equilibre el PH y respete nuestra piel. Nos dejaremos guiar por profesionales que sepan darnos el producto más adecuado para cada caso.
- Podemos empezar mojando la cara y cuello con agua tibia. Después, aplicamos el limpiador con los dedos en movimientos circulares, comenzando por el rostro y bajando hacia el cuello. Sin frotar suave, con un suave masaje que mejore la circulación y elimine suciedad. Normalmente no son adecuados para el contorno de ojos donde aplicaremos productos específicos. Al terminar, aclaramos con agua tibia y nos secamos con suavidad, sin frotar, con toques. Aplicamos un tónico y crema hidratante. Y la limpieza está hecha.
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Una vez por semana, además, es recomendable exfoliar la piel para cuidarla y devolverle su belleza eliminando células muertas. Con todo esto, conseguiremos oxigenar el cutis, retrasar el envejecimiento, darle más luminosidad a la piel y que luzca tersa, eliminar granos o puntos negros, como decíamos al comienzo, una piel sana es una piel bonita.
Imagen: Blog Estética Laysa